Recordarte que vivimos en una sociedad en la que no se nos ha enseñado a amar bien, y lo digo así en base al libro de Joan Garriga “El buen amor…”. No hemos tenido una asignatura en la escuela que se llamase “gestión emocional” o “educación emocional”. En casa cada una y uno de nosotros ha recibido el amor y cariño que nuestros padres y madres nos han sabido dar, ni más ni menos, hasta donde ellas y ellos sabían y según lo que ellas y ellos habían recibido y aprendido. Entonces, nos encontramos con un numeroso grupo de personas que aman de forma muy diferente. Todos y todas somos diferentes por lo tanto nos comportamos y amamos de maneras muy diversas, como la propia humanidad es, diversa.
De forma muy generalizada, entendemos por amor o cariño: caricias, abrazos, detalles… desde mi punto de vista, esto sería la punta del iceberg. ¿Qué hay de la escucha activa, la comprensión, el apoyo, el creer en esa persona, la empatía, el asertividad, la admiración, el gozar de una saludable autoestima y generar el mismo efecto en el otr@ y viceversa?
Vamos con el automático puesto y no nos damos cuenta, no somos conscientes de que, si nos olvidamos todo el resto, por el camino nos perdemos a nosotr@s y a quienes tenemos a nuestro lado. Y por mucho empeño que le pongamos, si no somos conscientes, si no vemos lo que hay y actuamos para mejorarlo y poder estar bien, no se puede. Y no se puede, porque no sabemos. A la vista está el montón de relaciones fallidas, separaciones, divorcios u otras que no dan el paso, pero viven en lo que llamo “miseria de amor”. En general, creemos que es el otro o la otra quién tiene la responsabilidad de hacernos felices, ERROR, es nuestra responsabilidad, y como tal, somos nosotr@s misms@s, l@s que debemos actuar para tal finalidad. Buscamos en el exterior el ser amad@s, valorad@s, querid@s, en el trabajo, en la familia, en las amistades y en nuestras parejas. ¿Qué pasaría si en vez de buscarlo fuera, lo buscáramos dentro? Si si, en ti mism@.
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